miércoles, 25 de febrero de 2015

Veneno mortal.

Un día una serpiente fue atropellada por un coche.
Una mujer la cogió, la dio de comer hasta que llego a un estado completo de salud, pero entonces la mordió, inyectando a la mujer su veneno mortal.
En su lecho de muerte la mujer preguntó a la serpiente ''¿Después de todo lo que hice, por qué yo?'' a lo que la serpiente respondió ''Usted sabía que era una serpiente cuando me recogió.''


Esto mismo sucede con las personas que aparecen de la nada, te arriesgas a que sean serpientes, serpientes a las que cuidas y ayudas a salir del pozo en el que se metieron y cuando consigues que acaben superándose te muerden o en mi caso, te empujan al pozo del que las sacaste.
Lo peor de esto es que no te das cuenta hasta que llegas al fondo porque te hacen tener una dulce caída, diciéndote lo increíble y único que puedes llegar a ser, pero esto solo lo hacen por falso agradecimiento, es como una maldición en la que la única forma de eliminarla es pasársela a otra persona, arrancarle el corazón que ellos perdieron por jugar con fuego.
Tú acabas con todos los huesos rotos, desconsolado y solo en ese oscuro y sucio pozo.
Piensas en todas esas personas que prometían darte la mano cuando no pudieses levantarte solo y reírse contigo cuando todo quedase atrás y no lo hicieron.
Olvida eso y piensa mejor en esa persona que si lo va a estar y no te defraudara.
Solo tienes una opción, secarte las lagrimas mientras piensas en lo que pudo ser y no fue, salir de ahí solo e intentar no volver a caer por culpa de ese veneno mortal.

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